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Probar el swinging definió mis intereses sexuales

Hace siete años estaba en un matrimonio monógamo. A ella la conocí en la universidad y, en teoría, todo estaba “genial”

Llevábamos unos tan buenos seis años de noviazgo que decidimos casarnos para dar un paso más en el objetivo de hacer familia. Un año después, me divorcié.

Si bien se debió a una amplia gama de factores, una razón importante fue que, de un momento a otro, ambos comenzamos a expresar deseos diferentes, que nos llevaban por caminos no compatibles. Para mí, una de estas diferencias era cómo veía la intimidad y lo que en realidad necesitaba de ella.

Me di cuenta de que la monogamia ya no era para mí. En realidad, desde hace unos cuantos años tenía la leve sospecha, pero no me atrevía a indagar más allá. Con ella, tenía necesidades sexuales y emocionales que no podían ser satisfechas de ninguna manera. Quería relaciones que no estuvieran sujetas a etiquetas ni restricciones, así que me volví más abierto a experimentar con más personas y con otro tipos de relaciones, mientras intentaba averiguar si había alguna que encajara conmigo.

En el camino tuve una serie de nuevas experiencias, pero ninguna estaba relacionada con la no monogamia consensuada, hasta que me reencontré con Agar, a quien conocí dos décadas antes y con quien tuve una aventura sexual mientras ambos estábamos comprometidos. El reencuentro con Agar fue fortuito, después de muchísimos años sin saber el uno del otro.

Lo cierto es que, al volver a vernos, retomamos lo que tuvimos en el pasado… y le añadimos un ingrediente especial: probar hacer un trío por primera vez. A partir de ese momento, no solo nos dimos cuenta que podíamos seguir adelante juntos, sino que también queríamos tener experiencias sexuales con otras personas… y, de esa manera, conseguimos hacer nuestro primer intercambio de parejas.

El swinging tiene muchos estereotipos asociados con él; incluso, algunos aseguran que existen prácticas como el Juego de Las Llaves en una fiesta suburbana, pero eso es algo que jamás he experimentado. En mi caso, el swinging ha sido una experiencia muy particular, en la que de verdad he experimentado momentos llenos de mucho morbo y diversión.

Cuando Agar y yo decidimos probar el swinging, para ambos era la primera vez que estábamos con otra pareja. La experiencia no me era familiar y de ese momento me tocó aprender muchas cosas sobre la marcha.

El primer obstáculo fue encontrar otras parejas swinger con ideas afines, especialmente aquellas con las que nos conectamos. Después de algunos altibajos, finalmente encontramos un sitio web dedicado a los swingers en la ciudad en la que estábamos ubicados, así que nos unimos y configuramos un perfil. Unas semanas más tarde, Agar y yo fuimos contactados por una pareja que nos atraía.

Nuestra primera experiencia swinger nos abonó el camino

Compartimos fotos y coqueteamos en un chat privado durante un par de semanas antes de decidir conocernos en persona. Esta experiencia fue la primera y considero que, de no ser así, quizá nos habría costado un poco más. Fue sexual, divertida y hubo complicidad entre los cuatro. La verdad, disfrutar de la mujer de otro, mientras él hacía lo propio con Agar, fue alucinante.

Ver a mi pareja con otro hombre y, al principio también con la otra chica, abrió una nueva puerta en mi vida, una puerta con acceso ilimitado a un morbo sexual que necesitaba y, en consecuencia, me hizo amarla aún más. He estado en el mundo swinger desde entonces, siempre acompañado por Agar.

He asistido a varias fiestas en las que mi pareja y yo hemos intercambiado con más de una pareja en una noche. Saber que todos estamos ahí por la misma razón y que podemos elegir entre quien lo consiente, genera un cierto tipo de deseo que realmente no se puede crear de otra manera. Solo hay una energía sexual que es palpable y viva.

A través de mi experiencia con el intercambio de parejas, también he aprendido mucho sobre mí y las necesidades sexuales de los demás. He visto cuerpos de todas las formas, tamaños, todos hermosos y únicos, con placeres que van desde caricias sensuales hasta juegos bruscos.

Veo el sexo como un viaje, no como un destino. Exploro, me tomo mi tiempo y encuentro placer en el detalle, en sentir realmente cada momento. Nunca había hecho esto antes y hacerlo con más de una persona a la vez, con otra pareja es muy íntimo. Pero también ha habido experiencias que no han resultado tan positivas.

Una de ellas, en particular, era una pareja casada desde hace mucho tiempo que solo habían tenido experiencia sexuales entre ellos. Si bien la chica estaba muy interesada en el swinging, era obvio que él no lo estaba y solo lo estaba haciendo porque su esposa quería que lo hiciera. Él empezó a mosquearse cuando fui a besarla, y, aunque hubo sexo de parte y parte, al rato él se quiso marchar y, de hecho, se fueron. 

Nunca los hemos vuelto a ver ni hemos oído hablar de ellos, pero a menudo Agar y yo reflexionamos acerca de aquella noche y de ese tipo de parejas. Esa experiencia nos ha enseñado mucho. En primer lugar, me di cuenta de por qué el columpio no es para todos.

Sé que muchas personas piensan que es el swinging es una fantasía, pero creo que no siempre se debe actuar porque no siempre va a funcionar bien, o al menos como lo habían imaginado. Definitivamente, hay fantasías que deben quedarse como fantasías.

Sin embargo, lo más importante es que mostró lo importante que es comunicarse. Incluso, más que una necesidad de placer sexual o intimidad, la comunicación clara es muy importante, sin eso, el estilo de vida swinger simplemente no funciona, sin importar cuánto lo desees.

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